La distancia es un puñal hecho de recuerdos, que poco a poco
destrozan el alma. Para sobrevivir el alma se resiste, niega esa separación
buscando restos de rutina. Pero pasa el tiempo y cuando nada es igual, un trozo esencia se desgarra... lo vemos en el
suelo, como un traje roto dejando escapar amores, esperanzas...cariños.
Y es
ahí donde el amor apela a nuestra
capacidad de adaptarnos... porque en algún lugar alejado, invisible hay otra
persona perdiendo ese mismo trozo de alma. Es entonces cuando podemos
intercambiar nuestras pieles, nuestras sonrisas, nuestros recuerdos.
La distancia es un acto de fe; fe, en que al
otro lado del mundo alguien al verse en un espejo reconoce que esa mirada fue
arrancada del alma de un ser amado
... que las manos ya no son propias, sino que
dibujan estelas cantadas en otro continente.
Las manos vuelan a las
primeras arenas que las formaron, dentro de si queda esa sangre, ese líquido
indivisible y más fuerte que cualquier mar o distancia.
La voz, los ojos se
traslucen entre las innumerables barcas de la memoria.
Y permiten que el perfume de
tu pelo navegue a esas manos que la esperan.
Por que el amor crea esos
seres... seres que el tiempo no separa...
... Y la distancia hará
grandes en cada paso.